jueves, 5 de agosto de 2010

Para qué sirven los pibes choros?

-Eh chorrito! da para un cigarro que estoy pato?.

-Si, chorro, sabé!.

-Todo bien chorrito?.

-De primera!.

Desde que trabajo con pibes en situación de encierro ya no enciendo la tele. Me hace daño ese impune caudal de información. Como cuando me pegó un policía allá en mi pueblo. Era chico y tuve una fuerte y extraña contradicción cuando aquel que nos dijeron estaba para cuidarnos, me propinaba una paliza. La sensación se repite; aguda y profunda conmoción. Ahora mismo podría decir, todos hablan de inseguridad pero nadie habla de pobreza y sé que esa frase suena trillada. Todos hablan de inseguridad y nadie habla de pobreza. Así y todo, algunos cambiaron su auto. Otros planifican vacaciones. La presidenta sonríe con su sonrisa de plástico y reparte nuevos planes para aliviar la pobreza mientras firma en Nueva York el próximo mega emprendimiento minero con el presidente de la trasnacional Barrick Gold. Harán una inmensa fortuna a costa de los de siempre y de algunos nuevos. No sé por qué me sorprenden los pibes choros. Por qué carajo me sorprendo de que la pobreza se abra paso entrando como una chuza oxidada en el abdomen de la sociedad. Como los piqueteros alertaron a gomas quemadas que se habían llevado todo, esta chuza penetra la grasa del sedentario consumo y nos pone en aviso. Encima no podemos salir del discurso fácil y menos implicante. El discurso de lo que está afuera, no hay responsabilidad, yo argentino. Discurso suicida. Por eso ya no enciendo la tele. Aunque su presencia habita cada rincón, mirándonos para que allí nos quedemos.
Jorge

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