Hace mas de un año que se inició el proceso de incorporación de los Acompañantes Juveniles al Irar. Esto fue impulsado por la Dirección de Justicia Penal Juvenil, en el marco de un proceso tendiente al cierre definitivo de Irar como dispositivo de encierro. La idea fue generar frente a los jóvenes allí alojados para un tránsito digno por la institución y un vínculo que posibilite alternativas para sus vidas. Muchas cosas han pasado desde entonces y creemos pertinente advertir e informar lo que nos viene sucediendo desde que iniciamos nuestra tarea, a modo de racconto y también como posicionamiento colectivo.
En primer lugar el Estado nunca garantizó las condiciones para el cumplimiento de nuestra función. Si bien fueron cambiando algunas cosas, las malas decisiones y las demoras en algunas acciones hicieron que el trabajo sea cada vez mas complicado. Hubo idas y venidas de gentes y de dichos. Así llegamos a vivir una realidad extenuante que otros ya venían experimentando: tratar de hacer humano algo que es estructuralmente inhumano, lidiando con deficiencias edilicias, falta de recursos, con contratos precarios y malos sueldos. Todo esto sobre una historia institucional que ha sedimentado acontecimientos brutales y decisiones políticas nefastas. Aún así, fuimos logrando mediante esfuerzo porfiado prácticas que han mejorado la vida institucional. Pero nos preguntamos ¿Por qué puede sostenerse esto en el tiempo?. ¿Por qué no hay una política institucional que nos contenga?. Creemos que justamente por eso, porque hacemos el trabajo igual, poniendo cada vez mas energía. Quizá por sensibilidad hacia la compleja y dura problemática de los pibes, por ética, por buena leche. Es decir, creemos que de continuar en estas condiciones le estamos haciendo el caldo gordo al Estado, que estructuralmente deja vacíos. Los vacíos en Irar son en primer lugar las condiciones de vida de los jóvenes con los que trabajamos. Basta con pegarse una vuelta por allí y abrir los ojos.
A su vez, y mas allá de lo que la Justicia disponga sobre sus vidas, podemos tener una lectura inmediata de los chicos que llegan a la institución:
* Todos son pobres
* Fueron expulsados por el sistema educativo
* Sus vidas son relatos de violencia y abandono
* La inmensa mayoría tiene serios problemas con las drogas que circulan cotidianamente por sus cuerpos y sus barrios
* Son presa diaria de una policía violenta y corrupta
Todas estas características tienen causales sociales complejos pero claramente el Estado es responsable de la situación. No podemos permitir que los medios de comunicación marquen la agenda del Gobierno reduciendo la problemática a una cuestión de inseguridad. El IRAR es uno de los termómetros mas crudos y reales de esta trama. A un año de estar allí, nosotros como Acompañantes Juveniles exigimos una política seria, que atienda eficazmente la problemática. No basta con dispositivos que suenan interesantes o buenas ideas, hay que tomar la decisión política para iniciar un proceso sostenido que tienda a solucionar lo que estamos viviendo. Seremos los primeros en aportar nuestra energía y capacidad para apoyar este proceso, pero debe iniciarse ya.
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