jueves, 5 de agosto de 2010

Carta a Camilo Blajaquis

A Diego su familia lo deja tirado

Y sobre su cuerpo se sambullen los feites uno tras otro

El amuleto que le dejo quiza no alcance

Y entonces un llamado

Ella lo ilusiona y en la ilusión está la puerta

o la ventana

Bailando las muecas alrededor del teléfono

los dedos buscan acomodarse

Y entonces alguien llega y dice tu palabra

En el momento exacto en el que el dolor se hace esperanza porque se lucha. Ahí llegó una fotocopia de tu libro: Poesía para toda mujer rápidamente fue oído y enseguida El sol tiene voz, encajó en el destino con el destino. Ahí nomás tu rango de poeta se elevó a lo anónimo. No te sorprenda que tus palabras vuelvan al viento y muevan de nuevo tus hojas. Gracias por soplar el fuego, por avivarlo. Gracias por animarnos a seguir andando y no quedar detenidos en el tiempo, que también es una forma de encerrarnos o de morir. Antes creí que tus palabras daban belleza ahora sé que dan vida. Abrazos. Jorge.

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