A Diego su familia lo deja tirado
Y sobre su cuerpo se sambullen los feites uno tras otro
El amuleto que le dejo quiza no alcance
Y entonces un llamado
Ella lo ilusiona y en la ilusión está la puerta
o la ventana
Bailando las muecas alrededor del teléfono
los dedos buscan acomodarse
Y entonces alguien llega y dice tu palabra
En el momento exacto en el que el dolor se hace esperanza porque se lucha. Ahí llegó una fotocopia de tu libro: Poesía para toda mujer rápidamente fue oído y enseguida El sol tiene voz, encajó en el destino con el destino. Ahí nomás tu rango de poeta se elevó a lo anónimo. No te sorprenda que tus palabras vuelvan al viento y muevan de nuevo tus hojas. Gracias por soplar el fuego, por avivarlo. Gracias por animarnos a seguir andando y no quedar detenidos en el tiempo, que también es una forma de encerrarnos o de morir. Antes creí que tus palabras daban belleza ahora sé que dan vida. Abrazos. Jorge.
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